Un surtidor de nardo levantado,
un jazmín de alto vuelo desprendido
del corazón violeta de algún nido
que la boca de un ángel ha soplado.
Eres copo de nieve alucinado
en un beso de espuma convertido,
suspiro azul en aire diluido,
clavicordio de luna deshojado.
Eres monja del aire que se asoma
a los balcones de la primavera
para llenar la brisa de tu anhelo;
la luz del alba te nombró paloma,
y en tu canción de blanca jardinera
vas sembrando jazmines en el cielo.