Algo para poner la luz del día
encima de los números concretos.
Algo para subir las minifaldas
hacia el tacto del sueño.
Algo para escuchar entre los muslos
maullar un gato negro.
Grítale a los que matan
que existen pezones en los pechos,
que las curvas del amor
escriben libertad sobre los hielos.
Algo para librar
del hambre al mundo,
del frío al sol,
de la bondad al bueno.
Algo para apretar en nuestras manos
la arena de la vida que nos dieron.
Si gritamos libertad por fuera
y no tenemos libertad por dentro
solamente seremos en la vida
un esqueleto de agua en el desierto.
[III,192]