A la muerte de Federico García Lorca

I

El remanso no se atreve
a recoger tu caída.
Alma de nardo vencida
por situaciones de nieve.
Cristal de la fuente leve
para tu cuerpo dormido
perforaron tu latido
con amapolas de acero
y en una cama de enero
te quedaste amortecido.

II

Te quedaste amortecido
sin gitanos ni panderos,
un llanto de limoneros
preguntó por tu sonido.
Fuiste un ángel perseguido
por charoles y guadañas
y en la luz de tus pestañas
los yunques gritaron lumbres.
Nubes heridas de cumbres
derramaron sus entrañas.

[I,179]