Arpa rota

Al mundo le han nacido muchas cruces,
muchos velos de humo,
oraciones podridas
y cestos de camisas de asambleas
manchadas por el llanto.

Una angustia de manos alambradas
va cercando la historia de la tierra.
A mí me tocan la palabra,
me dicen que cante a los jazmines,
olvide el cesto de la ropa sucia,
los cubos de agua sucia
y todas las babosas que pasean
por los cuerpos heridos de los hombres.

Gozar un paraíso
en el infierno de la tierra.
Inventar la mentira del tierno ruiseñor,
la mentira del agua
para la sed del hombre
y el canto de los pájaros
para el paisaje azul de los cobardes.
No puedo estar mirando en los espejos
los dientes de la lepra,
reírme del pasto de la herida
y quemar al payaso de la herida
para dejar mis manos
sobre las arpas dulces.

Estoy quí…¡No sé!
Me arrancaron del vientre de mi madre,
dejaron mi sombra en el desierto.
En mi sombra pusieron
este pájaro de agua volteada
que se ensucia de lodo y va a la estrella,
miente su caída de lluvia cristalina,
nace manantío alguna vez
y otras veces se alarga
como verde oruga hacia el camino.

Si tengo el arpa rota
y la música escapa de las cuerdas
con roncas cicatrices de sonidos,
es mi verdad que canta,
mi tristeza que canta
y el hombre que me toca las pupilas
con su herida sin sueños.

[III,85]