Carta a mi novia

Te escribo en un jardín solitario,
el rumor es de hilo, algodón y luna.
Tú estás crucificada en el reloj diario,
mi verso es un aljibe con alma de laguna.

Los niños como pájaros escriben sus rumores
en la plana sin luz de la arena dormida.
La arboleda se llena de siluetas de amores
y estoy solitario sin la flor de tu vida.

Estoy solitario sin tener tu mirada,
todos tienen el cáliz de una mano querida.
El jardín tiene frío porque estás alejada,
la luz de la tarde me parece una herida.

Tú estás alejada y la tarde se quiebra
como un arpa tensada por mis manos de bruma.
Mis ojos se llenan de lágrimas de yedra
y tu verso moreno se convierte en espuma.

Te escribo mientras la tarde muere,
mientras la luz se aleja como una cierva herida,
mientras tu alma de flor se deshoja y se hiere
entre el rumor oscuro de una aguja podrida.

Te llamo con mi verso perdido,
con mi verso de niño sin canción ni lucero.
Mi carta tiene un árbol, una flor y un gemido
y en sus latidos dice lo mucho que te quiero.

[II,144]