De qué color de lana, de balido,
quieres que te pongan el discurso en la oreja.
De qué color de estanque de futuro,
quieres que te pongan en la mano
el peso de una patria de muñeco de trapo.
De qué color de humo en las pupilas
quieres que te pongan la careta de un Cristo
encadenado para decir amén a todo el mundo.
De qué color de fútbol rompiéndote los dientes
quieres que te haga gritar una bola de cuero
y salir al campo a defender la libertad de las coces.
De qué color de anuncios de pantallas
quieres que te pongan un sombrero
de síes lavándote el cerebro.
De qué color de féretros de días cotidianos
quieres que te pupilen el sonido
y guíen los pasos al callado pesebre de la muerte.
Del color del silencio os pintaron la vida.
[III,44]