La noche estaba herida
como un charco cubierto de estrellas
partido por la piedra de un muchacho.
El hombre dormía,
la mujer dormía
y el jazmín no sonaba.
Vinieron unas flores
con nombres de magnolias
y el hombre sin saberlo
las iba acariciando.
Ruiseñores violines
picaron la manzana de la sangre
y la mujer sintió bajo sus pechos
latir violentamente
un pájaro enjaulado.
Fue al encuentro del hombre
como una primavera.
Se abrieron las pupilas de las fuentes
para mirar su cuerpo
y las cítaras del agua
tocaron las orillas de la luna…
Vinieron las hachas,
los almendros y el mar.
Así nació el amor…
[II.355]