I
Tu paso azul deshojado
sobre la tarde que muere;
Ese soldado que hiere
el jazmín de tu costado.
El crepúsculo llorado
sobre tu cuerpo caído
y ese madero encendido
por un arcángel de nieve.
Tu cuerpo su sangre llueve
sobre un mundo corrompido.
II
Sobre un mundo corrompido
vas sembrando tu semilla,
y está naciendo en mi orilla
la blancura del latido.
Tú quieres hacer un nido
con plumas de ruiseñor
y la llama de tu amor
se ha transformado en paloma.
Por el alba azul se asoma
tu mano de Redentor.
III
Luna pálida. Dolor
de la faz ensangrentada
– luz de almendro la mirada –
para deshojar amor.
Pulso de alondra y de flor
en la espina del gemido,
Señor de la Cuz caído
para salvar la belleza.
Astro de Eterna Pureza
por un madero mordido.
IV
Mi verso se ha detenido
en tu mirada amorosa
– altar de lumbre la rosa
para mirarte dormido -.
Viene por la nieve herido
y el llanto azul de María
y el agua de mi poesía
lentamente se derrama
para mojar de tu llama
la perenne melodía.
V
Para estar en tu agonía
como un pétalo de cera
enciendo en tu caballera
la luna de mi poesía.
Viene el caballo del día
con su crin amoratada
y tu carne traspasada
por los clavos del dolor
se hace de sangre una flor
con futuros de alborada.
[III,376]