1
El gorgojo violeta del otoño horada la manzana del verano. Una luz de ceniza ilumina las verdes transparencias y miro un pecho desnudo erecto, blanco, intocado. Miro un crecimiento de niña convertido en fruta madura y escucho el silencio del sol como el eco de una mano anciana que rozara los telares del bosque.
La brisa insinúa un galgo de niebla entre las hojas.
2
La saliva del tiempo gotea polvo de mariposas y su cuerpo lleno de palpitaciones nocturnas refleja en los espejos del dolor la cal de las ojeras.
Sus manos caídas sobre la yerba del amanecer sueñan con la piel de los jazmines y el coñac del silencio penetra en la garganta del ahorcado.
3
Manchas de cruces, pústulas de aceite, cementerios de encías, ninfas de saliva, arcángeles en forma de tamtanes.
Contemplando los árboles del humo dibujó sobre el paisaje de hueso la cabeza podrida de una muela.
4
En la puerta de la iglesia el féretro brillaba como un pez en la arena y el espejo de un charco de baba de sol dibujaba en las bóvedas arañas luminosas.
Los latines gemían como perros quemados.
5
El vidrio volcánico en forma de miga de pan brillaba sobre la mesa. Una mano llena de fiebre buscaba en los papeles los poemas del agua. El vidrio latía –gota de trigo para el pico de un pájaro– y la mano lo cogió.
Una harina de muerte resbaló sobre el piso y una lengua de víbora hizo nido en el dedo. La lluvia pintaba en las paredes cabezas de cigüeñas y el aire golpeaba los cristales. La lengua del río lamía las ventanas.
Una lámpara roja brillaba en las montañas.
6
La hoguera está quieta y su altura de león enjaulado roza las amplias túnicas del cielo.
Sentado en la butaca del crepúsculo un hombre contemplaba la catedral de un río.
7
El hombre cortó las cuerdas del silencio y las palomas cayeron a tierra en forma de nieve putrefacta.
8
Las pelotas flotaron sobre las cabezas de los negros y el ritmo del banjo rompió las puertas de los manicomios.
Un payaso vestido de azul pasaba lentamente las hojas de la Biblia.
9
Sentado sobre una piedra en el centro de la ciudad esterquera, el hombre de la pierna de palo bebía una botella de vino sosteniendo en sus manos una jaula con un pájaro que picoteaba las últimas ramas del sol.
Cuando terminó de beber abrió la jaula y sintió que su pierna se convertía en un árbol.
10
Las manos de la sombra arrancan las pupilas del color. La luz anuncia la flor del arco iris. El cuerpo descubre su esquila de navaja y empuja en los silencios su lenguaje de piel.
El cuerpo se ilumina y sus miradas escriben en el aire el ala del tacto de todas las palabras.
11
Se desnudaron sumergiéndose en el agua caliente de una alberca. Sus cuerpos húmedos se hicieron el amor sobre una montaña de pasto.
El color de sus latidos era como un cuchillo cortando trozos de pan en una casa de niños pobres.
12
La voz se oculta entre la luz del musgo. Los visillos golpean como un ala. Las alfombras silencian el sonido y las estampas mariposas se ocultan en los libros con páginas de nieve difuminando los objetos.
Los poetas lo conocen y dibujan sobre su piel vasos vacíos.
¿Conocéis el color del silencio?
13
Sueño un libro de paja y su jaula de espacio acaricia el hambre de una urna. Cabellos de muchachas muertas escriben bajo el agua los sonidos violetas de un enebro acariciando el alma de los ríos.
14
Cierro la libreta de los sueños y contemplo en el cuadro de los días el cristal de una nube de verano.
Las manos del invierno acarician mi frente. Los caracoles del frío matan el delirio de todas las cigarras.
Mis poemas no tienen luz de tiempo. Una nube de mercurio me cubre la cabeza.