Las mujeres sembradas

Inmensas caravanas de mujeres hinchadas
llevan cirios de ortigas
en pulidas manos.

Interrogan los astros,
huelen la blanca piel de las tahonas
y se palpan los vientres
donde están palpitando
futuros esqueletos.

Las mujeres sembradas miran al cementerio
y aprietan en sus labios deshojadas canciones,
donde pone la muerte unos rotos pañales
para arropar al hijo.

La flor del esqueleto palpita en la blancura
del pétalo líquido que los novios trabajan
y la iglesia bendice y la cama recoge
en noche encendida.

Las mujeres sembradas interrogan la luna,
envidian su redondo vientre blanco
y llevan en sus manos
cirios llenos de ortigas
para alumbrar al mundo.

[III,93]