I
Se cayeron mis ojos
en un mundo sin aros,
la luz del poema
se convirtió en caballo.
Cinturas deshojadas
con nombres de palacios
dibujaron hormigas
en mis ojos cansados.
Una placenta verde
se clavó en un relámpago.
Las cigüeñas dormían
en la voz de un muchacho.
La yedra de los sueños
aprisionó mis manos.
II
Un lluvia de ojivas
ha secado los sauces.
La yedra de los sueños
me robó el aire.
III
Un pozo sin sonido,
un túnel levantando
betunes de incendios
con piedras de relámpagos.
Mi sangre de violines
se rompió contra el vaso.
Mi cuerpo de pluma
caía tan despacio
que al llegar a la tierra
pasaron muchos años.
La yedra de los sueños
desnudó mis labios.
[I, 232]