Los peces muertos

Nieve de plata muerta
bajaba por el río,
barrigas de nieve flotaban en el agua
y el olor elevaba su máscara de nube
pintando en la corriente círculos verdes.

Olían las escamas de la lepra
y el sonido del agua
rozaba el vientre hinchado de los peces.
No había en el silencio del olor
ni un grito contra el crimen,
ni un grito de agua limpia
abriendo un cementerio entre las olas.

Venían navegando en la mañana
con un veneno mudo en las entrañas.
Las ramas azules del agua
arrastraban nenúfares podridos.

Arriba, en la casa vieja, palpitando
cortada por la hoja de un demente
la vieja se moría.

Las banderas del cáncer
golpeaban el aire del verano.

[III,194]