Muchacha verano

Deja que me apoye en tu hombro,
llévame en tus crines de yegua salvaje,
envuélveme en tu aliento abrasado
por un coñac celeste,
pálpame con tus manos desnudas
donde crecen las hormigas del fuego.

Llévame donde la ciudad suene lejana
y las horas se conviertan en un violín de cera.

Déjame que te recite mis poemas
sobre las aguas de este río
y pon sobre mi carne tu rosario de yodo,
tu estatura de algas,
tus hogueras de selva inexplorada.

Dame tu flor desnuda
que yo te daré mis huesos largos,
mi cuerpo largo y seco
y mi pie sin cansancio de caminos.

Dame todas las lunas de tu sangre,
yo te daré mi olfato delgado
para aspirar el delirio
de tu olor tropical.

[III,240]