Para bombardear a la banca suiza

El pueblo se sacrifica
para que llenen sus arcas
los canallas que se llevan
divisas fuera de España.

Hablaremos con un cartógrafo poeta.
No sé si los cartógrafos poetas
tienen en las pupilas el frío azul del odio.
El odio es el amor cuando se nombra
la sangre de los pueblos
amasada en barras amarillas.

Me refiero a la estampa de la nación suiza.
Su tarjeta postal es pájaro
que engaña con plumas de colores.
Hay un vuelo de luz de paraíso
en las verdes montañas
y en los bosques nevados.
Hay un nivel de vida monstruoso,
clínicas de lujo para todos
y un bienestar burgués
pagado por los pueblos del mundo.

Diremos al cartógrafo
que dibuje en los mapas
los ríos de los bancos que se beben
la sangre de los pobres.
Haremos entre todos
una bomba de bellos megatones
que convierta en cenizas
el tesoro sangriento.

El mundo de los hombres del trabajo
respirará hondo
y la tierra tendrá
color de paraíso.

[II,158]