De aluminio tu voz, clavel logrado.
Trece lunas dormidas en tu frente
y una brisa de trópico silente
por tu cuerpo de lirio inestrenado.
Vibra tu cisne de plumaje helado
las virtudes de un arpa incandescente,
y tu carne vestida de relente
se mancha de un crepúsculo ignorado.
Y se llenan tus ojos de violetas,
y sientes tus palomas tan inquietas
que sus picos perforan tu vestido.
Y una amapola suena deshojada
y lloras de dolor contra la almohada
por la infancia de nieve que has perdido.
[I,184]